viernes, 4 de marzo de 2016

Reflexiones positivas

No hay amor más fiel al prójimo,
que el de un hijo a sus padres.
Pues éste, es puro e incondicional.

Hay amores que matan, mas ninguno,
como el desaliento de la esperanza.

Para qué querer sufrir, si al hacerlo,
no encontramos modo de subsistir.

Qué mejor, que reconciliarse,
ya que al encontrarse a sí mismo,
todos los males desaparecen.
Por qué querer perderse, si todos,
nos encontraremos algún día.

Nuestros queridos antepasados,
luchan por nuestro bienestar,
y, por esto, no debemos fallarles.

Hay días grises, pero no debemos,
fallarles a aquellos, que nos admiran.

El cultivo de la perseverancia,
no es otro que, el de querer conseguir,
no aquello que es imposible,
sino aquello, que vemos todos los días,
y creemos que no tiene valor,
ya que, sufriendo se aprende,
pero buscando la felicidad ajena,
se alegra, no sólo el corazón ajeno,
sino el nuestro también.

Las espinas se sacan, pero la felicidad,
se encuentra, al agradar a los demás.

En los malos tiempos se pierde,
pero muchas veces, olvidamos que,
más vale perder una parte, que no el todo.

La mejor muestra de la valía humana,
es aquella de adaptarse a las circunstancias,
pues haciendo esto, nada ni nadie,
podrá quitarnos nuestra personalidad.

Qué vida podríamos esperar, mejor que,
la que nuestros padres, abuelos,
y anteriores antepasados,
querían para nosotros.
Por qué decepcionarlos, tratando de olvidar,
su valioso conocimiento, que con tanto cariño,
nos quisieron enseñar.

Toda la vida, se compone de ciclos.
Hay tiempos mejores, y tiempos peores.
Pero nada mejor, que aquello que llamamos:
presente, sinónimo de regalo, y también, de ahora.