lunes, 6 de febrero de 2017

Pensar, qué bonita palabra.


Si pienso, es porque vivo.
Si vivo, para qué me quejo.
Existo entonces, pues puedo pensar.
No he de poder olvidar que,
si pienso es porque Dios me lo permite.


Por todo esto, he de ser agradecido,
con todo aquel que me ayuda,
y si entorpece mi vida, tiene que haber,
algún motivo por el cual, merece la mía.


Pensar en positivo, para actuar en positivo.
Por qué quejarse, si no gano nada con ello.
Para qué lamentarme, si así puedo enfermar.


Haz amigos con tu alma, y si no quieres,
al menos, no los olvides, pues para esto,
debemos pensar benévolamente.